agresividad-destructividad-500Desde la etimología agresividad proviene del latín “ad gredior” ir hacia. La palabra etimológicamente no contiene una connotación negativa en su significado sino lo contrario aunque por la comodidad el lenguaje equiparamos agresividad a destructividad.

La destructividad son acciones y/o actitudes reprimidas y mal gestionadas que salen en forma de “olla a presión” en un momento dado con una persona que quizá no tenga responsabilidad en lo sucedido o de unas formas digamos no demasiado educadas.

Lo aconsejable es ser conscientes de que nos vamos a encontrar conflictos y dificultades, nos vamos a encontrar con personas con diferentes formas de actuar a las nuestras con situaciones complicadas que nos molestarán. Lo más adecuado es ser conscientes de esa molestia, si es posible solucionarlo mediante la palabra, hacerlo y cuando la cuestión no tiene una solución intentar descargar el sentimiento de ira canalizándolo a través de algún tipo de actividad deportiva que libere la tensión corporal.

Si canalizamos la agresividad ésta se transforma en asertividad, es decir en una forma de expresión consciente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros derechos con empatía y respeto hacia el otro.

Una agresividad mal canalizada se convertirá en destructividad, cuestión más delicada tanto en la relación con los otros como con uno mismo ya que es generadora de malestar y presión y que en todo momento busca vías para ser expresada.

La agresividad es una característica del ser humano por eso es importante ser conscientes de ello, de que acciones o actitudes pueden convertirla en agresividad y controlar estas situaciones y aprender también a descargar los impulsos en lugares o con actividades dedicadas a ello nos puede liberar de más de un conflicto.

Mejor que la reparación, la prevención.

 

Estela Franco
Psicóloga de ASAPME Bajo Aragón